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Hay estudios que vaticinan que la monogamia tal y como la conocemos, es decir, lo de emparejarse con una persona en exclusiva para toda la ... vida (o al menos con pretensión de ello), tiene los días contados (bueno, más bien los años). Sobre todo, porque la generación Z –los nacidos de mediados de los 90 a 2015, aproximadamente– parece que van más por libre y prefieren el poliamor y las relaciones abiertas, en todas sus variantes.
¿Les extraña a los sexólogos esta deriva? No mucho. Parece que biológicamente el ser humano nunca estuvo 'diseñado' para tener una sola pareja a perpetuidad... Así lo explica Lucía Jiménez, sexóloga. «Los seres humanos no somos monógamos por naturaleza. La monogamia no es una herencia evolutiva como especie, ni tan siquiera la forma de relacionarse principal en la naturaleza. Se estima que solo un 1% de las especies animales son monógamas... y los primates y seres humanos no forman parte de este porcentaje», indica. Se impuso como modelo «porque ha resultado ser funcional a nivel social y económico, facilita la crianza de los hijos y la cooperación».
Pero, con los tremendos cambios que ha dado el mundo, quizá ya no sea tan importante para la supervivencia –a veces todo lo contrario, perdón por el chiste–, ni para garantizar que se saca adelante a la prole (para empezar, cada vez se tienen menos hijos o, directamente, no se tienen). De ahí que se haya abierto el abanico relacional... y, a medio camino entre la monogamia y el poliamor, estén cobrando auge tendencias como las parejas DADT (de 'don't ask, don't tell', es decir, 'no preguntes, no cuentes'). Es el clásico hacer la vista gorda si tu pareja tiene escarceos. ¿Pero eso no es más viejo que el mundo? No suena a novedad... Pero, en cierto modo, sí lo es, ya que se trata de alcanzar un acuerdo con la pareja de modo que ambos tengan 'permiso' para mantener relaciones sexuales o amorosas con otras personas, pero sin contárselo después ni hacer preguntas al otro sobre esas experiencias.
Jiménez, experta de la firma Diversual, ahonda un poco más en este fenómeno –que es un poliamor pero sin preguntas ni explicaciones al vínculo principal– y añade que en estos acuerdos tácitos ni siquiera hay muchas veces «una claridad sobre la posibilidad real de tener sexo con otras personas, pero se entiende que esas escapadas se pueden hacer mientras no generen mucho ruido ni perjudiquen a la pareja».
En algunas ocasiones, apunta la experta, convertirse en pareja DADT es «un preámbulo a abrir el melón sobre el tipo de pareja que se quiere tener o una forma de beneficiarse de 'lo bueno' de las no monogamias (como el poliamor) sin tener que pasar por el aro de la gestión emocional que conllevan». Es decir, es algo intermedio y comodón. Y, como todo lo que está entre dos tierras, tiene cosas buenas y otras... no tanto. La parte positiva está bastante clara. «Aceptamos que el hecho de que nuestra pareja tenga sexo con otra gente puede pasar y que, si ocurre (tampoco tiene por qué), no implica menos amor o compromiso», detalla Jiménez. Pero, ojo, hay que tener muy claras las cosas, ser muy templados, estar muy seguros de la relación y poseer una autoestima a prueba de bombas, porque la parte mala, y aquí viene la madre del cordero, también tiene su miga (que no todo va a ser diversión sin explicaciones): «El riesgo es la falta de límites claros sobre lo que se está haciendo, que puede llegar a malentendidos, a que cada uno dé por hecho algo diferente... y a que se genere una desconfianza en la pareja».
Si alguien se está preguntando si ser una pareja DADT es lo que necesita..., repasaremos primero por qué motivos se suele romper la monogamia. «Las razones son múltiples: desde la falta de comunicación o de deseo hasta la búsqueda de conexión emocional o novedad sexual –desliza Adnane Kabaj, cofundador de la marca de bienestar sexual IntyEssentials–. A veces se trata de infidelidades ocultas; otras, de acuerdos explícitos, como en las relaciones abiertas o el modelo DADT, un modelo que ofrece una cierta libertad sin romper del todo con el vínculo primario, pero que también puede generar zonas de silencio y desconexión si no se cuidan la comunicación y la confianza».
¿ES PARA TI EL DADT? NO TE SIRVE SI...
Eres una persona celosa Aunque, paradójicamente, se hace muchas veces para evitar conversaciones incómodas que puedan provocar tensiones y celos, a menudo genera más. Una cosa es que no digas, no te cuenten y no preguntes y otra que no sepas... ¿Lo vas a llevar bien?
Si no soportas la incertidumbre El silencio total puede desatar sospechas y suposiciones que quizá terminen en conflicto.
Si desconfías Si no te fías de que tu pareja sepa poner freno a los sentimientos si tiene sexo con alguien
Los secretos no te gustan Si eres de los que prefieren no tener secretos con tu pareja y necesitas contar todo lo que te pasa. Hay parejas DADT, de todos modos, que pactan alguna cosa que sí se vayan a contar, como si se enamoran de otra persona. Normalmente, eluden detalles específicos, porque se trata de que la otra parte no tenga que enterarse de algo que no quiere.
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