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La orden gubernamental de desplegarse en Los Ángeles para sofocar los disturbios contra la política migratoria de Donald Trump ha causado una profunda preocupación entre ... las tropas de la Guardia Nacional y los Marines. Según la prensa del país, miembros del ejército han expresado sentirse sumamente descontentos con una tarea en la que se sienten «peones en un juego político» del que no quieren formar parte. Además, consideran que su actuación es «innecesaria».
La tensión continúa. Hay ya cerca de 1.800 manifestaciones convocadas en localidades de Estados Unidos para protestar este sábado contra la política migratoria del Gobierno de Donal Trump. Las concentraciones coincidirán con el desfile militar en Washington que conmemorará el 250 aniversario de las Fuerzas Armadas y que estará presidido por el magnate republicano, que ese día cumplirá 79 años.
La ocupación militar en exceso de la ciudad de Los Angeles ha causado una profunda preocupación entre las tropas de la Guardia Nacional y los Marines tras su despliegue para aplacar unas protestas en gran medida pacíficas y limitadas a unas pocas manzanas alrededor de los edificios federales del centro de la ciudad.
Miembros del ejército han expresado a los grupos de apoyo a los militares sentirse sumamente descontentos con una tarea en la que se sienten «peones en un juego político» del que no quieren formar parte, y una asignación que consideran «innecesaria».
«La moral no es alta«, han manifestado a amigos y familiares, al tiempo que sus reglas de actuación permanecen indefinidas en una situación de despliegue que solapa tres grupos de fuerzas armadas con misiones y entrenamiento dispares: la policía de la ciudad, la Guardia Nacional de California, cuya misión es proteger las fronteras del Estado, y los Marines del ejército, fuerzas de élite entrenadas para actuar en operaciones especiales contra enemigos armados en suelo extranjero.
La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, enfatizó en una rueda de prensa el hecho de que Estados Unidos tenga en este momento más tropas militares en esta ciudad que las que tiene en Irak y Siria juntas: 4.800 efectivos de la Guardia Nacional y marines en comparación con los 2.500 tropas en Irak y 1.500 en Siria.
El gobernador de California, Gavin Newsom, por su parte, ha descrito el despliegue como «una provocación, no solo una escalada», y ha acusado a la Casa Blanca de desatender a los miembros de las fuerzas armadas después de que el 'San Francisco Chronicle' informara de que las tropas llegaron sin planes de alojamiento, suficientes baños portátiles y sin fondos para la provisión de comida y agua. Una fotografía que ha circulado con profusión, confirmada como auténtica por el Pentágono, mostraba a los miembros de la Guardia Nacional durmiendo en el suelo de cemento sin ropa de cama en un muelle de carga.
Varias organizaciones de defensa que representan a las familias militares señalaron haber escuchado el malestar expresado por docenas de miembros de las tropas por haber sido arrastrados a una operación policial nacional fuera de su campo habitual de operaciones.
«El sentimiento en todos los ámbitos en este momento es que el despliegue de la fuerza militar, en contra de nuestras propias comunidades, no es el tipo de seguridad nacional a la que nos adscribimos», señaló Sarah Sreyder, de la Iniciativa Familias Seguras, que representa los intereses de los cónyuges militares, niños y veteranos. «Las familias tienen miedo no solo por la seguridad de sus seres queridos, que es una gran preocupación en sí, sino también por lo que se está tratando de justificar con su despliegue».
Esta preocupación trasciende el ámbito nacional, como revelan un par de encuestas de YouGov publicadas el martes que muestran una amplia desaprobación pública a los despliegues de la Guardia Nacional y los Marines, así como su rechazo a la política de deportación de inmigrantes de Trump. Una encuesta del 'Washington Post' publicada el miércoles mostraba resultados similares, aunque con márgenes ligeramente más estrechos.
Los informes de docenas de familias de inmigrantes con niños pequeños detenidas en sótanos en condiciones deplorables, con sus pertenencias confiscadas y apenas agua y comida, han incrementado el malestar general de los estadounidenses sobre las operaciones de deportación del Gobierno.
La policía de Los Ángeles ha realizado cientos de arrestos en respuesta a actos de violencia y vandalismo en torno a las protestas, y la alcaldesa de la ciudad, Karen Bass, ha instituido un toque de queda nocturno. El Pentágono emitió a toda prisa y en el último momento reglas de actuación para los Marines, que deberán atenerse a la defensa de los edificios militares, pero sin autoridad para realizar detenciones.
Para añadir más leña al fuego, la Patrulla Fronteriza (CPB) está utilizando drones de vigilancia del modelo depredadores MQ-9, equipados con tecnología que permite la vigilancia a gran altitud para monitorear la escena de protestas de Los Ángeles, que se aproxima ya a un escenario de guerra.
El descontento entre los militares podría extenderse a Texas, donde el gobernador, Greg Abbott ordenó el despliegue preventivo de 5.000 contingentes de la Guardia Nacional el miércoles en San Antonio, Austin y otras ciudades en las que se espera que se produzcan protestas anti-Trump. Las fuerzas armadas del Estado tienen un historial de descontento por maltrato tras su despliegue en 2021 en la Operación Lone Star, para ayudar a la policía de la frontera con México, que duplicó y complicó el trabajo de la Patrulla Fronteriza federal. Como consecuencia, varios soldados se quitaron la vida.
Tras las quejas de numerosos empresarios del sector agroalimentario y de la industria hostelera de que las deportaciones masivas les están dejando sin trabajadores «muy buenos», «de mucho tiempo y casi imposibles de reemplazar», el presidente Trump avanzó en una publicación en su red social «la llegada de cambios».
No está claro a que se refiere dado que a reglón seguido señaló que «los delincuentes están solicitando esos trabajos», una ambigüedad propicia para no parecer que se echa atrás debido a las protestas contra su política de deportaciones.
El miércoles los agentes de inmigración llevaron a cabo redadas en el corazón agrícola de California y el área de Los Ángeles donde se estima que 255.700 trabajadores agrícolas son indocumentados.
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