Anabel Bustamante, psicóloga: «La gente sabe que fumar mata pero necesita herramientas para dejarlo»
La asociación española contra el cáncer ofrece cursos de deshabituación tabáquica con una tasa de éxito del 60%
A los 14 años se fumó Marcelina Fuentes su primer cigarro. Para ella era algo normal, todos en su casa fumaban y ella había crecido ... viendo a sus padres darle caladas al cigarro. «Para mí no era nada extraño, de hecho al poco de empezar a fumar lo hacía delante de mi madre, que ha estado fumando toda su vida hasta hace unos años, cuando lo dejó», cuenta esta paciente que después de terminar con el tratamiento del cáncer de mama que ha padecido, acude desde hace semanas a las sesiones para dejar de fumar que imparte la AECC (Asociación Española Contra el Cáncer) en su sede de la plaza de Portugal, en Badajoz.
«Lo más difícil es dejar atrás el hábito que se crea en torno al tabaco. La costumbre de fumar con el primer café de la tarde o el de la mañana. Aquí le ayudamos a abandonar ese hábito. Les damos las herramientas para superar la ansiedad o el síndrome de abstinencia», subraya la psicóloga encargada del programa, Anabel Bustamante.
Estos encuentros basados en la terapia de grupo no demonizan el cigarro. «El fumador ya sabe lo perjudicial que es, hay sobresaturación de información sobre esto, y hemos visto que no es la técnica más apropiada porque las imágenes de las cajetillas no han logrado que la gente lo deje», explica Bustamante.
Prueba de ello es la pitillera que hasta que comenzó las sesiones llevaba Juan Pereira. «He llegado a guardar el paquete ahí para no ver las imágenes que venían porque soy consciente de que es dañino», contaba este joven que fumó su primer cigarrillo a los 13 años y ahora quiere dejarlo para someterse a un tratamiento de fertilidad junto a su pareja.
Del daño de esta adicción también era consciente Marcelina, quie asegura que las ganas de fumar son superiores a la información que les llega.
«El tabaco es un droga, por tanto genera drogodependencia», cuenta la psicóloga, que explica que la necesidad que la nicotina genera en el cerebro dura entre 48 y 72 horas, por lo que pasado este tiempo el cerebro deja pedir nicotina y lo que perdura es el hábito que este asocia al consumo de esta sustancia.
«Lo más duro para mi es esperar dos minutos mirando el reloj», cuenta Tomás Moreno que padece una cardiopatía, y hasta ahora fumaba un paquete diario.
El primer paso para dejarlo es ser consciente de lo que fuman, por ello desde la AECC les plantean dos reducciones progresivas. «Tenemos que apuntar cada cigarro que nos fumamos y esperar dos minutos para darle la calada. En ese tiempo miras el reloj o das un paseo por casa. Hay compañeros que han conseguido que en ese tiempo se les pase el pico de deseo», dice Moreno.
Con esta técnica la psicóloga pretende que los fumadores controlen su hábito, para así enfrentarse al día D, que será cuando tras varias semanas reduciendo la dosis de nicotina no puedan fumar nada.
Aquí comienza el momento más difícil del proceso, ya que la falta de nicotina produce un estado de nerviosismo que el fumador solo podrá superar sustituyendo esa necesidad por otras actividades. «La nicotina es una droga que llega muy rápido al cerebro, siete segundos, de ahí que se genere tanta dependencia», cuenta Anabel Bustamante.
La técnica que aplican en estos cursos tienen un 60% de efectividad, aún así indica que la recaída es fácil y que el objetivo del curso es prevenir enfermedades como el cáncer, una enfermedad que según AECC el año pasado afectó a 6.842 extremeños, es decir de cada 100.00 personas la padecen 649.
Cabe destacar que el tabaquismo es responsable del 30% de las muertes por cáncer y está asociado a la aparición de 16 tipos, el más conocido es el de pulmón que en la región afecta a 71 de cada cien mil personas.
Precisamente Extremadura es la comunidad que menos ha reducido su porcentaje de fumadores en los últimos 15 años, que ha pasado de tener 233.692 fumadores a 225.115.
Juan, Tomás y Marcelina aseguran que ellos serán los próximos en apagar su cigarro.
30%
es el porcentaje de muertes por cáncer que según la AECC provoca el tabaquismo, que está asociado a la aparición de 16 tipos de tumores
Enfermedades pulmonares como consecuencia de los vapers
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Más allá del programa destinado a los fumadores, otro de los objetivos de la asociación es evitar que los jóvenes fumen.
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Un hábito que según la psicóloga de la AECC, Anabel Bustamente, cada vez adquieren a edades más tempranas por los vapeadores cuyo uso está cada vez más asentado en la población.
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«La edad media a la que se inician en el consumo de esta sustancia es de 14 años, y contrario a lo que se dice genera la misma dependencia que el tabaco», afirma la psicóloga, que subraya que sus colores y sabores atraen a los adolescentes.
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Esto es un atractivo más que incrementa las cifras de fumadores, pues según la AECC el 80% de los casos de tabaquismo se inician antes de los 18 años, y Extremadura, con un 34,4% es la región con mayor porcentaje de jóvenes fumadores. Además, el consumo de estos dispositivos se ha incrementado en los últimos años un 50%, una cifra alarmante para la asociación que considera este hábito una puerta de entrada al tabaquismo.
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«El problema de los vapeadores es que tienen un vacío legal, y llevan tan poco tiempo en el mercado pero ya se conoce que provoca enfermedades pulmonares agudas como Evai», subraya.
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De esta enfermedad ya hay casos en Estados Unidos, donde los vapeadores llevan más tiempo en el mercado.
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Desde la asociación quieren concienciar a los jóvenes y desmitificar las bondades del vaper, que sí contiene nicotina y productos tóxicos como aerosoles saborizantes y metales pesados que pueden causar efectos negativos en la salud. «Es un cigarro que la sociedad ve saludable y hay que hacerles ver que no es así por eso queremos estar en los centros educativos», sentencia.
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