El dulce señuelo de las bebidas sin
Juan Quintana
Martes, 10 de junio 2025, 13:15
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Juan Quintana
Martes, 10 de junio 2025, 13:15
El mercado de las bebidas sin azúcar en España ha experimentado un notable crecimiento en los últimos años, reflejando un cambio en las preferencias de ... los consumidores hacia opciones percibidas como más saludables. Según datos de la consultora Circana, durante el primer trimestre de 2025, las categorías de té y refrescos de cola sin azúcar lideraron este crecimiento, con aumentos del 8,7% y el 7,9% en ventas, respectivamente. En particular, los refrescos de cola alcanzaron casi 300 millones de euros en ventas, lo que representa un incremento del 5,4% en volumen respecto al mismo período del año anterior.
Este aumento en la demanda ha llevado a las empresas del sector a diversificar su oferta de productos sin azúcar, adaptándose así a los nuevos patrones de consumo. En la actualidad, tanto supermercados como distribuidores ofrecen una amplia gama de bebidas edulcoradas, tanto carbonatadas como no carbonatadas, pensadas para quienes buscan reducir el consumo calórico o evitar el azúcar por razones de salud o estilo de vida.
El auge de las bebidas sin azúcar está directamente vinculado al crecimiento del mercado de edulcorantes, que se emplean como sustitutos del azúcar. Entre los más comunes se encuentran el aspartamo, la sucralosa, el acesulfamo K y la stevia, esta última valorada especialmente por su origen natural. La posibilidad de ofrecer dulzor sin aportar calorías ha sido clave en su popularidad. Sin embargo, este fenómeno ha abierto un intenso debate en el ámbito científico y de la salud pública.
Ya en 20219, una revisión sistemática publicada en The BMJ concluyó que no existen pruebas consistentes de que los edulcorantes artificiales mejoren los resultados de salud en términos de control de peso, y que algunos estudios sugieren incluso efectos negativos sobre la microbiota intestinal. También la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desaconsejado el uso prolongado de edulcorantes no calóricos con el objetivo de controlar el peso corporal. En una directriz publicada en 2023, la OMS indicó que no se ha demostrado que estas sustancias ayuden a reducir la grasa corporal a largo plazo ni en adultos ni en niños. Asimismo, subrayó que algunos estudios observacionales apuntan a posibles asociaciones entre el consumo habitual de edulcorantes y un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y mortalidad total.
Además, investigaciones recientes han llamado la atención sobre efectos potenciales adversos. Por ejemplo, un estudio publicado en 2024 en el European Heart Journal relacionó el consumo de xilitol, un edulcorante de uso frecuente, con un incremento en el riesgo de eventos cardiovasculares, como infartos y accidentes cerebrovasculares. Aunque estos hallazgos requieren ser confirmados por investigaciones adicionales, subrayan la necesidad de precaución ante un consumo elevado y frecuente de estos compuestos.
A pesar de estas preocupaciones, diversas autoridades sanitarias internacionales continúan considerando seguros varios edulcorantes aprobados. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) ha autorizado el uso de seis edulcorantes como aditivos alimentarios, tras evaluar su toxicidad y establecer límites seguros de ingesta diaria. Por su parte, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) revisó recientemente la evidencia científica en torno a la sacarina y decidió ampliar su umbral de consumo diario admisible, concluyendo que su uso es seguro dentro de los márgenes establecidos.
Esto nos sitúa ante un dilema de salud pública: aunque las bebidas sin azúcar pueden ser una herramienta útil para reducir el consumo calórico, la sustitución masiva del azúcar por edulcorantes no puede considerarse una solución universal o exenta de riesgos.
Por tanto, y como en casi todas las cuestiones alimentarias, la clave está en un enfoque equilibrado. El descenso en el consumo de bebidas azucaradas es, sin duda, positivo desde el punto de vista nutricional. Pero la alternativa ideal no debería ser simplemente reemplazar el azúcar por otros compuestos dulces, sino reducir el umbral de dulzor al que están acostumbrados los consumidores. Por otro lado, fomentar el consumo de agua, infusiones sin edulcorar o bebidas naturales con bajo contenido calórico puede ser una estrategia más sostenible y beneficiosa para la salud a largo plazo.
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